Por Luis Humberto Carlín Vargas
Publicado originalmente en el periódico digital Zona Franca, sección Simbolismo y Sociedad, el 12 de noviembre de 2021
Con esta colaboración, cierro la serie que tiene que ver con el simbolismo corporal y que incluyó varias entregas (Dreadlocks, Tatuajes, Cabello largo en hombres, Modificación dental). Así que en esta ocasión, la dedicaré a otra práctica muy común desde hace muchos siglos, pero que en las últimas tres o cuatro décadas está presente en todos los estratos de la sociedad.
Y como ya se explicó en las anteriores colaboraciones, son prácticas culturales, a las cuales no debemos juzgar, ya que tienen que ver con la diversidad cultural, pero sobre todo, con el respeto al “otro”.
Piercing, proviene de la palabra pierce, que significa perforar, agujerar; y es precisamente lo que se hace con alguna parte del cuerpo. Entre las más usadas para esta práctica están: orejas, lengua, pezones, cara (pómulos, cejas, nariz, labios, etc.), vagina, testículos (incluso el pene), ombligo, entre otras zonas del cuerpo. En el caso de los expansores, como su nombre lo indica, obligará a la elongación, en la parte del cuerpo elegida. Tanto el piercing como los expansores, están presentes en todos los géneros.
En algunas culturas tribales, aún vigentes, es parte del rito de paso de la adolescencia a la madurez, que además supondrá que hay que soportar el dolor de llevar el elemento de tipo ritual para ese efecto.
Existe una variedad infinita de accesorios, desde los más sofisticados hasta los más sencillos, que se pueden usar para esta práctica, hoy tan visible. Los materiales son también muy diversos, van desde barro, cerámica pasando por muy diversas piedras, hasta metales muy preciados. Los hay desde tamaños diminutos, hasta tamaños desproporcionados.
Mientras buscaba bibliografía sobre este tema, se me ocurrió – raramente lo hago -consultar Wikipedia, y me encontré una incongruencia en la definición que ahí esgrimen, y la incorporo aquí: “Se debe identificar claramente al piercing de origen étnico y tradicional de las culturas que continúan realizando esta práctica de las modas occidentales que carecen de un sentido tradicional o folclórico y que son originadas en la marginación cultural que en su opuesto la tradición primitiva”.
Marcan a esta práctica como “moda que carece de un sentido tradicional o folclórico, y que son originadas en la marginación cultural”. Nada más alejado de la realidad, en cuanto a lo de la tradición, ya que hoy en día esta práctica se ha convertido en una tradición; y con respecto a la marginación cultural, también hay una visión muy estrecha por parte de ese medio de conocimiento, ya que como lo dije en el primer párrafo, la práctica ahora se percibe en muchos estratos de la sociedad, y no necesariamente en la capa más marginal.
Y como en el caso de los tatuajes y la modificación dental, este tipo de propósitos requieren un sacrifico de sangre, mucha o poca, que es parte de una ofrenda, se quiera o no, al someter a nuestro cuerpo a este tema del piercing.
En algunos códices mesoamericanos y novohispanos, se da cuenta de este tipo de hechos, que generalmente, son de tipo ritual. En el mundo mesoamericano, los tenemos en algunos códices y se practicaban sobre genitales, piernas, lengua y orejas. La mayoría de las veces se utilizaba una punta de maguey para realizar la horadación, y se apoyaba el recorrido del punzón, con una cuerda de ixtle atada a un extremo.
En varios videos consultados, en donde la inserción de objetos ajenos al cuerpo está presente, nos demuestran que en la mayoría de las ocasiones la persona que se auto inflige, o si alguien más inserta los objetos, el primero debe estar en un trance o estado mental alterado, en el cual, ni siquiera derramará una gota de sangre, y por supuesto no habrá dolor, a pesar del peso que soporta por los artefactos insertados. Puede consultar muchos videos que hay en la red, que evidencian estos hechos. Dejo esta liga para poder apreciar un poco más acerca del tema.
¿Escandaloso? ¿Grotesco? No, nada de eso. Solamente el sapiens haciendo cosas de sapiens. Nada más.
Y aquí, me atrevo a preguntar, como lo hice en las anteriores contribuciones: ¿Le molesta ver a gente con esos decorados? ¿Sería Usted capaz de colocar alguno en su cuerpo? ¿Permitiría que sus hijas o hijos y/o pareja los usará? Pues como ya lo dije anteriormente, le sugiero empaparse más de temas antropológicos, para que conozca cuáles son los motivos por los que los humanos efectuamos este tipo de prácticas. A propósito, ni los piercings ni los expansores, pueden ser motivo de discriminación laboral o de otro tipo.
Estimado Lector(a), espero su comentario al correo que viene al final del artículo. Después que tenga oportunidad de leer esta pequeña contribución, le solicito me haga favor de honrarme con su opinión, y de esa forma podamos compartir las sensaciones que le provocó la lectura de la misma
Correo: arqueolobocarlin@gmail.com
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