La rebeldía como estilo musical. VI.

Crónica de un concierto. I.

Por Arqlgo. Luis Humberto Carlín Vargas

Publicado originalmente en en periódico Digital Zona Franca el 12 de octubre de 2016.

“La Pared en Tenochtitlan”

1º de octubre 2016.

Mi llegada fue alrededor de las 16 horas a un zócalo que estaba, poco a poco llenándose de todo tipo de personas, de todas las edades y clases sociales. Ríos de gente que estaban decididas a estar ahí, no importando nada. Decidí instalarme delante de una cerca provisional que resguardaba el letrero que dice CDMX. La espera no fue tan dramática, al contrario. En ese tipo de situaciones siempre encuentra uno gente para conversar de uno y mil temas, así que cuatro horas no fueron nada. Antes de oscurecerse la ciudad, rumbo al oriente, las nubes y un arcoíris presagiaban tormenta, de esas que en la CDMX desquician. Pero nada iba a alejar a los congregados.

No hubo forma de contener la euforia y el frenesí, así que la represión policiaca no se hizo esperar alrededor de las calles del zócalo. Mucho se cuestionaban “¿Por qué el día del grito los elementos “del orden” no contuvieron de esa forma a los acarreados?”. Excelente pregunta.

Tomada de internet. Crédito a quien corresponda.
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Aproximadamente a las 7:45 ya estaba atiborrado el zócalo, y literalmente no cabía una aguja. Estábamos tan apretujados que era casi imposible hacer algún movimiento corporal fácilmente. A esa hora daba inicio la proyección de un video que asemejaba un viaje astral visto desde una nave que recorría la inmensidad de la galaxia. La imagen fue cambiando poco a poco hasta convertirse en el interior de un corazón que latía y sus latidos estaban por todo el zócalo, como un solo corazón. Las 20 horas marcó el inicio de “Speak to me” (Dark Side of the Moon, 1973), latiendo, latiendo, latiendo cada momento más fuerte. A las 20:01 una lluvia refrescante cayó como miles de lágrimas de gozo, de tristeza, de esperanza. La lluvia no alejó a nadie, y se fue a refrescar a otros rumbos. Cada vez el latido era más y más fuerte y más intenso el colorido, hasta que un grito intenso dio inicio a “Breathe” (Dark Side of the Moon, 1973), que dice así:

“Breathe, breathe in the air. Don’t be afraid to care. Leave but don’t leave me. Look around and choose your own ground.”…

La intensidad hizo que los asistentes guardáramos silencio al menos unos momentos, durante la ejecución de esta melodía.

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Los acordes anuncian una de las melodías más emblemáticas de la producción “A Saucerful of Secrets” (1968) “Set the controls for the heart of the sun”, evidenciando toda la sicodelia tan propia de la década de los 60. Una de sus estrofas versa de la siguiente manera:

Witness the man who raves at the wall. Making the shape of his questions to Heaven. Whether the sun will fall in the evening. Will he remember the lesson of giving?…

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Un saxofón y una guitarra con una intensidad, prendieron a los presentes, hasta hacer un oscuro e iniciar con una de los mejores temas instrumentales de Pink Floyd, melodía emanada de la producción “Meddle” (1971) y que lleva por título “One of these days”, que marca esa transición entre la sicodelia de los 60 y lo progresivo de la primera mitad de los 70. Las tres pantallas gigantes del escenario eran un mundo de coloridas imágenes.

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El escenario se vestía de rojo y azul, previo a otro de los temas clásicos provenientes de “Dark Side of the Moon” (1973). Las pantallas eran invadidas por imágenes de miles de relojes en lo que parecía ser un espacio sideral. Relojes, relojes, relojes. Sonaba el Big Ben y miles de alarmas al unísono nos llevaron a “Time”:

Ticking away the moments that make up a dull day. You fritter and waste the hours in an offhand way. Kicking around on a piece of ground in your home town. Waiting for someone or something to show you the way…

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Y la última estrofa se une, como en el disco a “Breathe (reprise)” del disco “Dark Side of the Moon” (1973).

Home, home again. I like to be here when I can. When I come home cold and tired…

Y al concluir se escuchan los primeros acordes de “The great gig in the sky”, también del disco “Dark Side of the Moon” (1973). Inicia con una pequeña estrofa para dar paso y disfrutar de esa extraordinaria melodía ejecutada por dos voces femeninas con una tesitura increíble, que en momentos nos desgarran la esencia, penetran los oídos y nos hacen estremecer a todos y cada uno de los allí presentes.

And I am not frightened of dying, any time will do, I don’t mind. Why should I be frightened of dying? There’s no reason for it, you’ve gotta go sometime.

If you can hear this whispering you are dying. I never said I was frightened of dying…

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Y por supuesto, no podía faltar, también del “Dark Side of the Moon” (1973), “Money”, con una voz áspera y un saxofón tenor que se escucha en cada rincón del zócalo, seguido por sendos solos de guitarra, que se hunden en nuestros sentidos.

Money, get back. I’m all right. Jack keep your hands off of my stack. Money, it’s a hit. Don’t give me that do goody good bullshit. I’m in the high-fidelity first class traveling set and I think I need a Lear jet…

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Y suenan los primeros acordes con piano de “Us and Them” y en seguida el saxofón hace presencia. Comienza la cadenciosa melodía que es una delicia, plagada de conceptos duales. Vale la pena poner completa la letra de esta melodía, que en mi percepción es una de las mejores de Pink Floyd, por el contenido social.

Us, and them. And after all we’re only ordinary men.

Me, and you. God only knows it’s noz what we would choose to do.

Forward he cried from the rear and the front rank died.

And the general sat and the lines on the map moved from side to side.

Black and blue. And who knows which is which and who is who.

Up and down. But in the end it’s only round and round.

Haven’t you heard it’s a battle of words. The poster bearer cried.

Listen son, said the man with the gun. There’s room for you inside.

“I mean, they’re not gunna kill ya, so if you give ‘em a quick short, sharp, shock, they won’t do it again. Dig it? I mean he get off lightly, ‘cos I would’ve given him a thrashing – I only hit him once! It was only a difference of opinion, but really…I mean good manners don’t cost nothing do they, eh?”

Downn and out. It can’t be helped but there’s a lot of it about.

With, without. And who’ll deny it’s what the fighting’s all about?

Out of the way, it’s a busy day. I’ve got things on my mind.

For the want of the price of tea and a slice. The old man died.

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Y al concluir regresamos en el tiempo a 1971, al disco “Meddle”, para escuchar la gran ejecución de “Fearless” (“Sin Miedo”), y aparecen las primeras escenas en las pantallas con grafitis de denuncia.

Dices que la colina es demasiado Inclinada para escalar. ¡Escálala!

Dices que te gustaría verme intentar escalar. Escoge el lugar y yo elegiré el momento

Y escalaré esa colina a mi manera. Solo espera un poco hasta el día oportuno.

Y mientras asciendo sobre la línea de los árboles y las nubes. Miro hacia abajo, escucho el sonido de las cosas que hoy dijiste

Sin miedo el idiota enfrentó a la multitud, sonriente. Despiadadamente el magistrado se volteó, frunciendo el ceño dijo: ¿Y quién es el tonto que lleva la corona?

Baja a tu manera, y cualquier día es el correcto.

Y mientras asciendes sobre las temerosas líneas de esta cima, mira hacia abajo, escucha el sonido de las caras en la multitud.

Camina, camina con esperanza en tu corazón, y nunca caminarás solo, nunca caminarás solo.

Camina, camina con esperanza en tu corazón, y nunca caminarás solo. Nunca caminarás solo

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Sin duda, una gran lección de vida. Al terminar esa melodía, un álgido y punzante discurso en contra de quienes detentan el poder y malversan a la humanidad. Al concluir ese discurso ya se escuchan los primeros acordes de “Shine on you crazy diamond. Part I-V” del disco “Wish You Were Here” (1975) y en las pantallas, nuevamente, las imágenes de la vía láctea. La temática de esa producción gira en torno a los problemas mentales de Syd Barret (integrante de Pink Floyd), la corrupción de la industria discográfica y, sobre todo, la ausencia de la hermandad en el grupo. Con un pausado solo de sintetizador y guitarra durante unos minutos, la calma prevalece entre los asistentes. La lluvia cada vez era más tenue, como el ritmo de la melodía que escuchábamos. Un saxofón cadencioso, hacía que miles de almas nos meciéramos a ese ritmo durante más de quince minutos. Y la lluvia, cesó por completo.

Remember when you were young, you shone like the sun. Shine on you crazy diamond. Now there’s a look in your eyes, like black holes in the sky…

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Imágenes de un mundo desconocido y de nuevo la vía láctea, presagian otra melodía de ese disco de 1975. Me refiero a “Welcome to the Machine

Bienvenido hijo mío, bienvenido a la máquina. ¿Dónde has estado?

Está bien, ya sabemos dónde has estado. Has estado en la tubería, rellenando tiempo,

provisto de juguetes y actuando de Boy Scout.

Compraste una guitarra para castigar a mamá, y no te ha gustado ir a la escuela y sabes que no eres el tonto de nadie, así que bienvenido a la máquina.

Bienvenido hijo mío, bienvenido a la máquina. ¿Qué soñaste?

Está bien, ya te dijimos qué soñar. Soñaste con una gran estrella.

Él tocaba una guitarra miserable, comía siempre en el Steak Bar

Una pequeña pausa da la pauta para escuchar “Have a Cigar” del mismo disco, en la que, tanto la anterior melodía como esta, critican los profundos vicios de la industria de la música. Sobre todo, la avaricia y la hipocresía.

Ven aquí, querido muchacho, ten un cigarro. Tú vas a llegar lejos, vas a volar alto. Tú nunca vas a morir.

Tú lo lograrás, si lo intentas; ellos te van a amar. Bueno, siempre he sentido un profundo respeto, y lo digo con toda sinceridad. La banda es sencillamente fantástica, eso es lo que realmente creo. Por cierto, ¿cuál es Pink?

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Y los últimos acordes de esta melodía se unen con “Wish you were here”, que como ya lo comenté, está dedicada a esa ausencia de amistad que se va mostrando con el paso del tiempo, y que en un principio está muy presente en los grupos.

Y sonaron las sirenas que anunciaban los bombardeos en la II Guerra Mundial, y en la pantalla aparece una gran edifico, la estación eléctrica de Battersea Power Station, con chimeneas humeantes; sonidos de sirenas. La portada del disco Animals (1977) cobra vida. El álbum, basado en una fábula política de George Orwell (Animal farm) es una crítica muy incisiva con respecto a las condiciones sociopolíticas de Inglaterra (violencia racial, inflación y desempleo), y la decadencia del mundo industrializado de la década de los 70. Además, es el inicio de lo que pronto será una ruptura definitiva del grupo.

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En el escenario, que le da la espalda a la Catedral Metropolitana, hay un cerdo entre dos chimeneas laterales. ¿Alguna alusión directa? Habría que preguntarle a Mr. Pinky. Ya suena “Pigs on the wind” en la guitarra acústica de Waters

If you didn’t care what happened to me, And I didn’t care for you,

We would zig zag our way through the boredom and pain, Occasionally glancing up through the rain.

Wondering which of the buggars to blame, and watching for pigs on the wing.

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Un viaje de más de diecisiete minutos con esta gran melodía. En las pantallas se proyecta el edificio de la estación, mezclada con las imágenes de la banda que ejecuta la música. Miles de colores en la pantalla. Cadencia rítmica. Rápida. Lenta. Toda una comunión músicos-espectadores. Las imágenes se tornan grises y azules, a la vez que el ritmo es casi nulo. Regresa un solo de guitarra que congela hasta los huesos de tanta intensidad. Las chimeneas no dejan de humear. Más colores, es un juego de luces y de proyecciones nada común. Suena el sintetizador, como llorando y se mezcla con la guitarra acústica de Waters.

En esta ocasión, trae pintadas algunas leyendas “Nos faltan 43”, Vivos los queremos”, “Fue el estado”. Las imágenes de Trump, disfrazado de muchas formas, causan risas y nuevamente rechiflas. El cerdo multicolor, sigue su recorrido por encima de las cabezas de los asistentes. La imagen del edifico ahora es totalmente roja. Las chimeneas siguen su constante humear.

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Big man, pig man, ha ha charade you are. You well heeled big wheel, ha ha charade you are.

And when your hand is on your heart. You’re nearly a good laugh, almost a joker, With your head down in the pig bin,

Saying “Keep on digging”, pig stain on your fat chin. What do you hope to find. When you’re down in the pig mine. You’re nearly a laugh, you’re nearly a laugh. But you’re really a cry.

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Y se une con la melodía más larga de ese disco, “Dogs”:

Tienes que estar chiflado, tienes que tener una auténtica necesidad tienes que dormir de puntillas, y cuando estás en la calle tienes que ser capaz de picar carne fácil con los ojos cerrados. Y entonces, entrando silenciosamente, fuera del alcance de ojos y oídos, tienes que lanzarte en el momento oportuno, sin pensarlo. Y, después de un tiempo, puedes ganar puntos en elegancia como la corbata del club y el apretón firme de manos una cierta mirada en los ojos y una fácil sonrisa has de ganarte la confianza de aquellos a quienes mientes para que cuando te den la espalda tengas ocasión de encajar el cuchillo en ella.

Con el final muy intenso, pero sobre todo muy pesado, musicalmente hablando, con un ritmo muy marcado, los aplausos se escuchan por doquier.

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Inician los acordes de la siguiente melodía. “Pigs (three diferent ones), y hace su aparición, proyectado en las pantallas, el rostro de uno de los magnates del dinero, hoy candidato de la clase conservadora en EU: Donald Trump. Entre miles de colores su rostro y su cuerpo son transformados de mil maneras. Y la rechifla en contra del personaje, no se hace esperar. Sale por un lado del escenario el gran cerdo inflable que ya es un elemento básico en las presentaciones de Waters, y que obviamente representa al poder económico y opresor.

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Espero sus comentarios en el correo: arqueolobocarlin@gmail.com

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Publicación original en: https://zonafranca.mx/opinion/parte-i-cronica-de-un-concierto-de-roger-waters/