BioArqueología. Parte 3

CAPÍTULO 46

Por Luis Humberto Carlín Vargas

Publicado originalmente en en periódico Digital Zona Franca en la sección Hablemos de Arqueología el 19 de septiembre de 2020.

En los dos capítulos anteriores, ya se aclaró cuál es la aportación que se hace a la sociedad, desde la Antropología Física (AF): es un forense de las actividades humanas del pasado.

Y en la actualidad, está presente en uno de los flagelos de nuestra cotidianeidad que vemos con horror: la desaparición forzada de gente. En este rubro, la AF, ha sido una gran herramienta, mucho más precisa que las investigaciones forenses, ya que esta última área – no es que sea menos importante la ciencia forense – pero en muchas de las ocasiones estos expertos en la explicación de los crímenes, carecen de la base Antropológica necesaria para entender a la “otredad” y sus procesos sociales. Y además, no ven más allá que el estudio de los restos óseos.

Como ya vimos, la AF tiene un campo muy amplio de estudio, no solo saber cómo murió el individuo que se está estudiando, sino cómo vivió y se desenvolvió en su sociedad.

Proyecto de remoción de restos óseos de un panteón, ubicado en el atrio de la Iglesia de la localidad, a un Cementerio Municipal. Un cuerpo momificado de Caltimacan, Hgo. Foto: Luis H. Carlín

La AF es muy importante en las excavaciones arqueológicas, ya que, a pesar de que los arqueólogos adquieren las bases teóricas de la Osteología en el momento de cursar la licenciatura en Arqueología, los Antropólogos Físicos serán los encargados de profundizar más en los hallazgos, para responder las preguntas que se formulan, sobre todo en el momento de excavar contextos funerarios. Es ahí donde ambas ciencias o disciplinas están en conjunción, y de ahí se pueden obtener datos, que pueden generar más investigaciones.

Recordemos que los Antropólogos Físicos, no tienen permiso de excavación (en algún momento lo tuvieron), pero por alguna razón poderosa, perdieron ese privilegio, así que en cualquier proyecto de AF, debe estar un Arqueólogo, que supervisará los trabajos de la excavación

Registrando enterramientto en Xico, Edo. Méx.
Foto: Luis H. Carlín Vargas

Así como las demás disciplina dependientes de la Antropología, esta no se ha quedado nunca rezagada. Y así lo demuestra la cientificidad que sabemos está implícita en cada estudio que la AF realiza, utilizando métodos y ciencias auxiliares, tal y como lo hace, sobre todo la Arqueología.

La idea de esta serie de capítulos dedicados a la AF, es desmitificar todas esas confusiones que se generan cuando hablamos de las diferentes ramas de la Antropología, y que suponemos que se dedican a lo mismo el Antropólogo Físico, Antropólogo Social, Arqueólogo, Paleontólogo o Médico Forense, entre otras.

Estimado lector, espero sus comentarios al correo que viene más abajo. Nos leemos la próxima entrega, que #HablemosDeArqueología. 

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NOTA: Todo lo aquí expresado es producto de investigaciones formales, realizadas por varios profesionales, principalmente de la arqueología, así como de otras áreas académicas formales, con el afán de complementar el conocimiento aquí vertido. Las imágenes mostradas son extraídas, en su mayoría, de la revista Arqueología Mexicana y otras, tomadas del internet, así que los derechos de autor son del o los propietarios.

Cada artículo e imagen en estas crónicas, no tiene intención de dañar NI ofender ninguna posición política o religiosa. Son opiniones meramente científicas.

Los hipervínculos que aparecen son, normalmente, artículos de mi autoría y/o referencias necesarias para ampliar el tema.

Publicación original en:

https://zonafranca.mx/opinion/hablemos-de-arqueologia/capitulo-46-bioarqueologia-parte-3/