CAPÍTULO 58
Por Luis Humberto Carlín Vargas
Publicado originalmente en en periódico Digital Zona Franca en la sección Hablemos de Arqueología el 23 de abril de 2021
1940 – 1964.
Una gran época para la arqueología, ya que se multiplica la curiosidad e inquietud por saber más, así que se convierte en un gran proceso, que muchos de los colegas han denostado, y otros lo han tomado de una forma natural. Y claro que se multiplicó, porque había de demostrarle al mundo lo grandes que eran las civilizaciones que habían poblado lo que hoy es México, desde hace 33,000 años.
Así que no es de extrañar que a esa parte de la Historia de la Arqueología, se le nombre como Arqueología Monumental o “piramidismo”, término que acabó siendo ofensivo al cambiar algunas letras. Pensemos, como lo hemos dicho innumerables ocasiones, que la Arqueología, por ejercerse desde una institución del gobierno federal, se convierte en una parte importante del discurso político. Nos guste o no, así es. Y ha servido de trampolín para muchos personajes, que en ocasiones, ni siquiera tienen idea de lo que es la investigación arqueológica. Mostramos una de las muchas zonas arqueológicas monumentales: Monte Albán, Oax.
Pero uno de las cosas más importantes es, que se va consolidando aquella idea de convertirla en una disciplina científica, que se venía gestando desde la década de los veintes, en el S XX.
Uno de los hallazgos más importante en 1952, fue la Tumba de Pakal, que causó un revuelo mundial y se tuvo que reconstruir parte de la historia ya contada de los mayas. El Arqlgo. Alberto Ruz Lullier, que estuvo a cargo del hallazgo y la investigación, se posicionó en el top ten de la arqueología en aquella época. La imagen a continuación presenta a Ruz, en el descubrimiento de la Tumba de Pakal. La segunda, la cámara funeraria dentro del basamento piramidal.
Desde décadas anteriores, sabemos del saqueo que por parte de personajes indeseables, se dio. Pero como su fama estaba por encima del patrimonio arqueológico, nunca se les pudo imputar ningún delito. Primero: no había aún una ley. Segundo: su fama no podía quedar deslucida por el saqueo de piezas arqueológicas, que es patrimonio de la nación, y por el cual pagaban cantidades extraordinarias para que los sitios fueran profanados, y de esa manera ellos pudieran ufanarse al mostrarlas como propias. Los casos más sonados son Frida Khalo y Diego Rivera. Que a final de cuentas legaron todos los objetos, la primera, a la Casa Azul de Coyoacán, y el segundo, al Museo Anahuacalli, ambos en la Ciudad de México. La primera imagen es la casa Azul, y la patética forma en que presentan las piezas arqueológicas, además, sin ningún resguardo. La segunda, es el Museo Anahuacalli, con una colección impresionante, por la cantidad y los tamaños de las piezas.
Como ellos dos, hubo más personajes, de los cuáles me da mucha pena recordarlo, ya que se daban ínfulas de buenos mexicanos. Es el caso de varios políticos y otros personajes de poca educación, y mucha ambición.
En muchos de los casos el saqueo fue a tumbas, y las piezas extraídas quedan fuera de contexto, así que es imposible reconstruir un discurso coherente para explicar el proceso que ahí ocurrió, ya fue violentado y profanado. La siguiente imagen presenta una disposición funeraria que se puede encontrar en una tumba de tiro.
Una de las cosas más importantes de esta etapa es, la apertura del Museo Nacional de Antropología, el cual se construyó en los bellos jardines del Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México.
La próxima entrega, la dedicaré a esta magnífica obra, que hoy es el mayor legado de patrimonio arqueológico existente en México.
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