Primera Disquisición.
Por Arqlgo. Luis Humberto Carlín Vargas
Publicado originalmente en en periódico Digital Zona Franca en la sección Disquisiciones Sociales el 20 de abril de 2020.
Parte I. El inicio de las reflexiones.
Este nuevo espacio estará dedicado a la cavilación objetiva de temas universales. Inicio con un texto que escribí en el 2011, y que hasta hoy puede ver la luz. Le invito a que nos acompañe a Disquisiciones Sociales.
Referirse al hombre como lesa humanidad en lo que respecta a lo cultural, implica demasiados parámetros entre los cuales destaco algunos importantes como lo biológico, mental, espacial, filosófico, artístico; pero sobre todos, existe uno en especial que es muy importante: el de género, que hasta hace poco importó a los estudiosos de muchas áreas.
Como especie podemos definir evolutivamente de dónde provenimos según las más acertadas teorías, pero hoy en día los estudios genéticos nos muestran con gran precisión nuestro pasado lejano.
No podemos dejar a un lado la estrategia que nos mantiene como especie en este planeta y que ha sido la adaptabilidad a todos y cada uno de los nichos ecológicos. Desde el momento que salimos de África a la conquista del mundo, hace aproximadamente 200 mil años, según los registros arqueológicos, no nos detuvimos y no nos vamos a detener durante mucho tiempo. Esa es nuestra esencia. Cada día que pasa estamos más cerca de llegar a otros planetas. Ya llegamos a nuestro satélite: La Luna. Mantenemos una constante investigación en ese lugar. También enviamos sondas a millones de kilómetros para rastrear algún tipo de vida. Pronto llegaremos a Marte. Los ánimos están encendidos. Es nuestra esencia, desear conocer lo desconocido. Salir y enfrentarnos a algo que no entendemos pero que inexorablemente, haremos lo necesario para conocerlo y finalmente posteriormente, depredarlo. De eso no habrá duda.
La especie que representamos ha sido la más depredadora. De homínidos carroñeros, pasamos a ser homínidos depredadores, y es algo que tampoco hemos detenido en este proceso de desarrollo de nuestra humanidad.
En el transcurso de este andar, culturalmente dejamos huellas imborrables. Lo hemos hecho de lo sublime a lo más ridículo; en nombre de nuestras creencias y nuestras ambiciones hemos destruido y cambiado el pensamiento en millones de humanos. Pero también, se han ido quedando obras que nos siguen impresionando al observarlas. Y que pensamos que es casi imposible que aquellos humanos de hace miles de años hubieran podido construir esas maravillas. Al respecto puedo decir que, el Homo depredador (como llamo al Homo sapiens) ha tenido las mismas necesidades desde siempre. Realmente lo básico no ha cambiado. Seguimos necesitando de un abrigo, de un lugar donde mantenernos en resguardo, una sociedad con la cual convivir, alimento, fuego, agua, reproducirnos para mantener funcionando el esquema de especie, comunicarnos a través de una infinidad de lenguajes, expresarnos de muchas maneras. Hoy lo hacemos usando otras tecnologías, pero no hay mucho cambio en lo que respecta a la especie. Hemos aumentado las expectativas de vida, pero a la par tenemos una infinita cantidad de enfermedades que han crecido tan exponencialmente como la población desde la Revolución Industrial a la fecha. Los virus y bacterias han mutado con una gran rapidez y nos van exterminando irremediablemente. Si creíamos que no hay depredador que nos pueda vencer, sí lo hay. Y mientras transcurren los días, sus mutaciones son más complejas, rápidas y devastadoras. Todas las especies corren la misma suerte. Llegan a un clímax, saturan todo lo que pueden, sobre explotan todo lo necesario e innecesario, y después, sobreviene la decadencia. ¿Cuánto nos queda de vida a la especie? Es algo no predecible con exactitud, pero muy visible para todos nosotros. (Continuará).
(Este texto se escribió en 2011)
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