Por Arqlgo. Luis Humberto Carlín Vargas
Publicado originalmente en en periódico Digital Zona Franca en la sección Leer Para CrEcER el 18 de noviembre de 2020.
Una de las pasiones de quien esto escribe, ha sido el teatro de calidad, el cual tuve oportunidad de disfrutar en mi natal CDMX, durante los años que viví ahí. Mucha oferta de buenas obras, a cual más de bien hechas. Sobre todo en esos foros que no eran muy comerciales, pero que aportaban calidad excelsa a sus producciones, aunque en ocasiones con bajo presupuesto, algo que nunca desmereció las puestas en escena.
Tan solo en el Conjunto Cultural del Bosque (CCB), en Chapultepec, existen ocho foros (el Galeón, Sala CCB, Villaurrutia, Julio Castillo, Orientación, el Granero, Plaza Ángel Salas y Teatro de la Danza), que presentan durante todo el año, obras de muy buena hechura. Además, en la ciudad existen una infinidad de teatros, de tamaño pequeño y salas grandes, dedicados a ofrecer calidad teatral, entre ellos: Foro Shakespeare, los teatros ubicados dentro del Centro Nacional de las Artes (CNA), la Casa del Lago, y como ya dije, un número muy significativo de espacios, en donde se encuentran propuestas muy interesantes.
Otros de los recintos para hacer teatro, son los que se encuentran ligados al IMSS, en donde también me tocó ver producciones excelentes, tanto para adultos, como para niños.
Hago este preámbulo, ya que la obra de Fuentes que hoy me propuse recomendar, que leí por los 80´s, tuve la fortuna de verla dos veces, con diferentes grupos teatrales, con excelentes producciones.
Catalogada como una de las obras del Teatro del Absurdo, movimiento iniciado en los 50´s, por dos grandes del pensamiento existencialista: Albert Camus y Jean Paul Sartre. El estilo llegó para quedarse y hoy en día, hay muchas obras nuevas que pueden pertenecer a este género tan extraordinario.
La obra que es una buena reflexión de cómo en ocasiones, a pesar de ver y percibir la realidad de manera congruente, somos tan ciegos que no podemos ver lo que tenemos enfrente, aunque nos tropecemos con el objeto (o problema), y nos aferremos tanto, que a pesar de todo, queramos seguir adelante.
Los dos personajes principales son ciegos, Donata y Duque, dueña y criado de la casa donde transcurre la obra. Ambos suponen que el otro no es ciego. Además, han sido abandonados por un tercer personaje (marido de Donata), que lleva varios días fuera de casa.
Ambos personajes asumen roles diferentes durante el desarrollo de la trama, haciendo remembranza a otros personajes de obras clásicas.
El final es inesperado, y tal y cómo lo hago, no se lo voy a contar. Le invito a leerla, son muy pocas páginas.
Otras obras de Fuentes que algún día comentaré, y que sí me gustaron fueron: “La región más transparente”, “Aura”, “La muerte de Artemio Cruz” y “La cabeza de la hidra”
La próxima recomendación será “Narrador de historias” del escritor Harold Robins, escritor de una treintena de Best Sellers. En esta obra relata la vida de un escritor de novelas, que llega desde muy abajo para triunfar. Podría ser una novela autobiográfica, sin duda.
Estimado lector(a), espero su comentario al correo que viene al final del artículo. Después que tenga oportunidad de leer este pequeño relato, o mejor, si lee la obra, le solicito me haga favor de honrarme con su opinión, y de esa forma podamos compartir las sensaciones que le provocó esta recomendación.
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