Por: Mtra. María Elena Sandoval Barajas[1]
Publicado originalmente en el libro “7ª Semana de Arqueología en León” en 2021
Resumen
El artículo presenta los resultados de la investigación realizada para la obtención de grado de licenciatura en Antropología Social durante el periodo 2013-2014 en la ciudad de León; Guanajuato. El estudio se enfocó en las perspectivas masculinas de los varones[2] en torno a la interrupción del embarazo y a su ejercicio en los derechos reproductivos y construcción de modelos de paternidad. La investigación se efectuó desde un enfoque antropológico y tiene por objetivo mostrar las interpretaciones producto de los discursos de los varones en un contexto geográfico y cultural específico.
Abstract
The article presents the results of the research carried out to obtain a bachelor’s grade degree of career in Social Anthropology during the period 2013-2014 in the city of Leon, Guanajuato. The study focused on the masculine perspectives of the men regarding the interruption of pregnancy and its exercise in reproductive rights and the construction of parenting models. The research was carried out from an anthropological perspective and aims to show the interpretations resulting from men’s discourses in a specific geographical and cultural context.
Introducción
Las masculinidades han sido objeto de escasos estudios en Guanajuato por lo que las ciencias sociales y particularmente la antropología, se han interesado en estudiar las paternidades a través de las culturas, así como sus significados.
Las masculinidades en Guanajuato se han transformado a causa de los cambios en los ámbitos económicos, políticos y además culturales, por mencionar solo algunas esferas.
Las formas de entender a la familia han cambiado con el transcurso de los siglos, y tan sólo hace una década hubo transformaciones visibles en como las familias se consideraban a sí mismas, no sólo de la forma externa. Los factores por los que algunas parejas se unen son por amor y compañerismo y ya no por acuerdo entre familias o sólo por tener descendencia. Hay que aclarar que no en todas las sociedades se da esta libertad de elegir pareja y los motivos que llevan al matrimonio, aunque la unión en amasiato se ha vuelto una práctica común.
La identidad de los hombres está estrechamente vinculada a la construcción de la masculinidad como un aprendizaje de códigos, valoraciones y organización de tiempos y espacios, por lo que muchos hombres se ven ajenos a otros espacios como el reproductivo y del cuidado de la salud, considerándolos propios de las mujeres.
Se puede deducir que las paternidades se construyen a través de diferentes instituciones como la escuela, la familia, la religión, los medios de comunicación. No obstante, la forma como los varones hacen ejercicio de las paternidades depende de los roles establecidos por la sociedad y cultura en relación con la paternidad y los significados en las mismas.
Este articulo explora desde la antropología la construcción de las paternidades partiendo de las relaciones de parentesco en un recorrido histórico desde Narotzky con su estudio en la tribu bemba en que el parentesco fungió como mecanismo para establecer un estatus social para ganar respeto, seguido por la construcción de la paternidad a través del reconocimiento social y de los ritos de paso, se continúa con las paternidades en Latinoamérica desde la aportación de Ana Amuchástegui con los estudios feministas de género, con Norma Fuller y su concepto de hombría. Se mencionan también los resultados de las técnicas de obtención de información utilizadas y, por último, se presentan las conclusiones.
Metodología
En el año 2013 hice una investigación como parte de mi trabajo de tesis para obtener el grado de licenciatura en Antropología social el cual estuvo orientado a estudiar las percepciones masculinas en torno a la interrupción del embarazo en el estado de Guanajuato y uno de los aspectos abordados fue la construcción de las paternidades. En esta investigación se expuso la relevancia de abordar el ámbito reproductivo en Guanajuato y la participación de los hombres en dichos espacios, así como decisiones y posturas relacionadas con la salud sexual y reproductiva. Fue una investigación de índole cualitativa y se trató de una primera aproximación; se hizo énfasis en hombres heterosexuales, de 15 a 65 años en la ciudad de León, Guanajuato, durante el periodo enero-dic. 2012 y enero-dic. 2013.
La información utilizada durante la exploración, fue resultado de la técnica documental en la que se revisaron investigaciones anteriores de forma electrónica y escrita, así como video-conferencias. Para ahondar con profundidad y rescatar elementos que sustentaron la investigación, se utilizaron los instrumentos de encuesta y entrevista semiestructurada, así como la observación participante. Aunque los varones que participaron en las encuestas y en las entrevistas, así como en los grupos focales son sólo una muestra a comparación de la población total masculina en León, sus respuestas reflejaron las perspectivas de la sociedad leonesa ya que son individuos co-participantes de un espacio social y cultural donde se entretejen relaciones influidas por el ámbito político, religioso y económico. Reconozcamos que distamos de ser una mente propia, sino que constantemente representamos las ideas y opiniones exteriores de personas con quien compartimos vidas, de quien retomamos experiencias y opiniones de forma que nos apropiamos de algunas características de las narraciones presentes. Es importante considerar el contraste de abordar las paternidades a la par del aborto representando un opuesto que, sin embargo, guarda estrecha relación en el discurso de los varones que participaron en el estudio.
Los espacios elegidos para la aplicación de las técnicas se basaron en seleccionar los dos centros de salud con mayor registro de consultas de varones en la ciudad de León, las cuales fueron “La Floresta” (en este se aplicaron las encuestas) y tanto las entrevistas como los grupos focales se llevaron a cabo en el centro de salud en la colonia María Dolores. El levantamiento de datos estuvo planeado para noviembre-diciembre del año 2013 en un grupo de varones de 25 a 60 años de edad.
Encuesta
El objetivo de la encuesta fue conocer las percepciones de los varones en la decisión de recurrir a un aborto mediante la indagación de qué papel ocupan en el mismo y de un análisis de los derechos reproductivos de forma tal que al reunir dichos aspectos, ofrezca un panorama amplio de las mismas y permitieron dar un vistazo a la construcción de sus paternidades.
La selección de la muestra consistía inicialmente en 100 encuestas, sin embargo, dadas las circunstancias en que se fue realizando el trabajo de campo que enriquecería la investigación, sólo fue posible efectuar 85 encuestas (debido a que se agotó el número de personas a quien aplicárselas dentro del centro de salud) del 3 de marzo al 8 de junio del 2013, realizándose sábado y domingo semanalmente.
En las encuestas se consideran los siguientes rubros: la edad en que iniciaron su vida sexual, porcentaje de varones con pareja sexual estable, uso de métodos anticonceptivos, frecuencia de uso de métodos, espacio en que obtuvo información acerca de estos, perspectivas sobre ser padre, la relación aborto- paternidad, la toma de decisiones en el aborto, perspectivas del aborto, opiniones familiares sobre el aborto, perspectivas sobre la despenalización del aborto, posturas sobre la legalización de este y la corresponsabilidad masculina.
Los criterios de selección fueron que serían varones y de 15 a 90 años de edad. Hice aproximadamente de 6 a 10 encuestas por día.
Entrevista
Con la finalidad de indagar en las percepciones de los varones acerca de los derechos reproductivos y de las percepciones acerca del aborto, se opta por una metodología de índole cualitativa mediante la herramienta de la entrevista semiestructurada y los grupos focales.
Sampieri sugiere que las entrevistas semiestructuradas, se basan en una guía de asuntos o preguntas y el entrevistador tiene la libertad de introducir preguntas adicionales para precisar conceptos u obtener mayor información sobre los temas deseados (es decir, no todas las preguntas están determinadas). (Sampieri, 2006:597)
Se utilizaron preguntas de opinión, de expresión de sentimientos y sensitivas para conocer las perspectivas masculinas en torno al aborto y a los derechos reproductivos. (Sampieri, 2006) Las entrevistas consistieron en sesiones de 40 a 60 minutos con cada participante en las que se aplicó dicho instrumento para conocer sus percepciones en cuanto a los derechos reproductivos y al aborto, así como la construcción de su modelo de paternidad.
Se modificó el nombre real de los participantes en las entrevistas y eligieron los nombres “Pepe”, “Mickey”, “Sergio”, “Richard”, “Varo”, “Leo” y “Paco”.
Grupos focales
También se hizo uso de los grupos focales definidos por Korman (2013) como “una reunión de un grupo de individuos seleccionados por los investigadores para discutir y elaborar, desde la experiencia personal, una temática o hecho social que es objeto de investigación” (Martínez Reyes, 2001).
El objetivo de los grupos focales fue profundizar en las prácticas de masculinidad, paternidad y derechos reproductivos y se diferencia de un taller participativo en el cual los participantes deciden si colaborar o no acerca de un tema diverso. Se promovió el intercambio de opiniones de forma que surgieran debates con la mayor atención y respeto a las demás ideas. La duración de las sesiones fue de 60 a 90 minutos con un tema/experiencia específica que orientó las participaciones y opiniones de los asistentes lo que permitió obtener nuevos aportes a la investigación.
Los grupos focales se realizaron desde principios de noviembre del año 2013, siendo dos días por semana durante dos horas con varones de 18 a 45 años de edad. El promedio de varones es de 3 a 10 siendo 6 los asistentes que estuvieron en cada sesión (reportándose que fueron 8 sesiones en el mes de noviembre).
La información dada por los varones participantes del grupo focal enriqueció los datos recolectados en las encuestas efectuadas en el periodo marzo-junio 2013 en que las preguntas giraron en torno a la salud reproductiva y cómo construyeron sus paternidades.
A continuación, se reproducen los resultados de las encuestas.
La mayoría de los encuestados era oriundo de León, Guanajuato y quienes provenían de otra ciudad o estado, eran residentes de la ciudad desde hace mínimo 7 hasta 49 años. Se encontró un registro muy variado de los lugares de procedencia de los varones, siendo principalmente de estados cercanos a Guanajuato, a excepción de Chiapas.
El 70% de los encuestados se encontraba casado al momento de la encuesta, seguido por un 13% que estaban solteros, un 11% se encontraba en unión libre y 2% no respondió a la pregunta. Se estableció esta pregunta debido a que en este estudio se argumenta que el vínculo afectivo con la pareja o compañera influye en la decisión y participación en el proceso de interrupción de gestación y/o construcción de la paternidad.
La mayoría de los encuestados (19) reportó tener un hijo al momento de la encuesta, seguido por 14 varones que tenían dos hijos y 15 varones tenían 3 hijos mientras que 9 hombres no respondieron.
La mayoría de los participantes mencionaron haber cursado la educación básica (primaria y secundaria) como nivel de escolaridad y hay dos casos particulares que estudiaron hasta una carrera técnica trunca y una licenciatura. El nivel de estudios está relacionado con el acceso a la educación sexual integral que incide en la planeación de embarazos y en sus perspectivas sobre el aborto.
La mayoría de los varones empezaron su vida sexual a la edad de 17 (17 varones) y 18 años (14 hombres) no obstante, hay encuestados que reportaron haberla iniciado a los 30, 33 y 40 años (1 respectivamente) y un participante mencionó que aún no la comenzaba.
La pronta iniciación de la vida sexual es resultado de la carente educación sexual existente en el estado la cual desemboca en una alta cifra de embarazos no deseados y en infecciones de transmisión sexual, aunque estas últimas no son consideradas con relevancia. Si bien sus prácticas sexuales empezaron antes de la edad adulta y no culminaron en un embarazo, la experiencia deja secuelas como la falta de información sobre las prácticas seguras que más que salud física, atraen un bienestar integral.
El 87% de los varones respondió que, si tenía pareja sexual estable, seguido por un 9% que no tenía y 3% (4 personas) no respondieron. Se consideró para este estudio “pareja estable” a quienes tuvieran una relación de matrimonio o unión libre.
Se les preguntó que implicaba ser padre para ellos y entre las respuestas más destacadas a ¿Qué significa ser padre? se encuentran:
“Una responsabilidad y un privilegio” (F15); “tener hijos y tener descendencia” (F73), “cuidar a los hijos y educarlos” (F45), “una responsabilidad” y “sacar a tu familia adelante, enfrentando cualquier problema que venga y eso nomas es el principio” (F87), “va a ser lo que Dios nos dio” (F49); “una bendición y una responsabilidad” (F23). “pues a mí me da gusto ser papá porque yo tengo mis hijos, ¿verdad? los apoyo, yo si me siento a gusto ser padre. Aquellas ganas de tener familia…” (“Leo”, 2013)
“Sergio” respondió que el ser padre debe tener ciertas características como ser:
“Tolerante con sus hijos. No dar más de lo que se debe dar, negociarlo.” (“Sergio”, 2019)
Responsabilidad es un concepto recurrente en los discursos tanto de los entrevistados como de los encuestados cuando se trata de la construcción de las paternidades. El concepto se refiere a una construcción cultural y no emocional; es decir, el contexto actual en México aporta la definición que “ser responsable” corresponde a responder a las necesidades que tiene la otredad; en este caso, los considerados padres (aunque también entran en esta categoría los progenitores, es decir, quienes no establecen un vínculo afectivo, pero aportaron los genes) hacia los hijos e hijas, su familia.
Una característica que se reitera en los discursos de los entrevistados consiste en definir responsabilidad como asegurar el bienestar de sus hijos a comparación de lo que ellos no gozaron en su infancia con sus padres.
“Mi padre fue de un carácter muy fuerte, me ayudo bastante, me enseñó a ser independiente con mis estudios. Fue la relación como cualquier padre-hijo, con reglas.” (“Sergio”, 2019)
Salguero Velásquez (2006) aporta que la responsabilidad familiar se va incorporando en la identidad de los varones por medio de la vivencia y las prácticas familiares y permea durante su trayecto de ida, sobre todo cuando deciden formalizar una relación de pareja, casarse y tener su propia familia, lo cual los legitima como hombres de verdad, como hombres responsables. (Salguero Velásquez, 2006, pág. 165)
Paternidades desde la antropología
Respecto a la diferencia entre paternidad y parentesco, la antropóloga Gayle Rubin (1975) ha mencionado que para los antropólogos (y antropólogas) el parentesco (…) entrelaza complejas categorías y posiciones que la antropología no puede reducir a relaciones genéticas o biológicas simplemente mientras que Susana Narotzky (1997), también antropóloga, ha dicho que“en la medida en que aumentan los informes etnográficos, también se aumenta y se problematiza la pregunta sobre qué es lo que conforma el ámbito de la paternidad” (Hincapié García, Piñeres Sus, & Bedoya Hernández, 2012: 269).
El parentesco está conformado por un conjunto de ideas que se enriquece de las creencias y expectativas que las personas parientes comparten entre sí; una de las características principales es la afinidad (que se refiere a las relaciones a través del matrimonio) y la filiación (las relaciones familiares). (González Moratinos, 2017: 18) Las relaciones de parentesco se generan a partir del reconocimiento de la filiación y de la conyugalidad y cabe destacar que las redes de parentesco sobrepasan a las familias.
Narotzky investigó a algunas tribus entre las que identificó diversas características asociadas a la paternidad. A la tribu bemba, en Zimbabue, les describe mediante una forma de organización matrilineal en que el semen en el acto sexual “activa el feto” que ya está en el vientre de la madre. Sin embargo, el parentesco funge como mecanismo para establecer un estatus social que indique respeto. Los lovedu se organizan mediante el derecho de pertenencia a un grupo por la vía paterna además de ser poligámica; el hombre funge como padre de la casa principal y decide quién será el inseminador (de quien se espera tenga alguna aportación en la educación de los hijos/hijas). Sólo se considera padre al marido, al esposo. (Hincapié García, Piñeres Sus, & Bedoya Hernández, 2012)
Narotzky también estudió a la tribu nayar en la cual mediante un rito dirigido a las niñas se asignaba a un novio ritual (que posteriormente se convertía en el padre de familia) aunque los hijos/hijas fueron producto de la relación sexual entre la mujer (novia ritual/esposa) y otro hombre. Sin embargo, los valores que atribuyen a la paternidad como “la función del cuidado, la alimentación, el castigo, la defensa, el cumplimiento de las reglas y la transmisión de saber”, los asumía el Karavan. Este personaje estaba constituido por un varón de la familia materna, fuera tío, hermano, hijo mayor de la hermana o el hijo primogénito de la mujer. Es decir, entre la tribu nayar estaban la figura del padre y la del Karavan para sustentar el mecanismo social en que se organiza la paternidad.
En Roma, la paternidad se suscitaba a través de acoger a hijos biológicos (si es que el hombre sentía la certeza de que fuera su hijo/hija o si no se alteraba el acuerdo patrimonial) o el yerno al cumplir con valores positivos bajo la perspectiva del suegro. (Hincapié García, Piñeres Sus, & Bedoya Hernández, 2012: 274)
Alexander Hincapié García, Juan David Piñeres Sus y Mauricio Bedoya Hernández (2012) definen paternidad como “la construcción de un lugar mediante un proceso y los hijos (e hijas) tendrían una función activa en la elaboración de ese lugar que se llega a reconocer como padre” (Hincapié García, Piñeres Sus, & Bedoya Hernández, 2012: 272).
La antropóloga Sara González Moratinos explica que la relación entre el parentesco y las paternidades radica en que en el primero, hay reglas de filiación que hacen referencia a la segunda como la regla de filiación unilineal a través de la variedad patrilineal que consiste en que el ego sigue las líneas ascendiente y descendiente solo a través de los varones. (González Moratinos, 2017: 20)
Las paternidades en Latinoamérica
Ana Amuchástegui (2007) destaca que se han hecho investigaciones en Latinoamérica sobre paternidades en las que el resultado es que para los varones es un proceso de transformación de identidad, de cambio a un nuevo período de vida que es la adultez, una responsabilidad que implica la renuncia a su autonomía individual y un mayor compromiso tanto material como moral y que representa la necesidad de establecer un vínculo con la pareja y los hijos. (Salguero Velázquez & Marco Macarro, 2014)
En México, las familias se han transformado y uno de estos cambios ha sido la cantidad de hijos que las conforman. En 1994, Susana Lerner y André Quesnel realizaron un estudio sobre fecundidad en algunas zonas rurales de México y uno de los cambios que estas autoras identificaron fue la disminución en cantidad de hijos relacionada con los costos de crianza y educación, los varones ya no consideraban que una descendencia numerosa fuera necesaria para la organización de la producción de unidades lo cual también significó un cambio en las normas y hábitos de procreación. (Lerner, Quesnel y Yanes, en Rojas Martínez, 2008: 33)
Mientras en las zonas urbanas, las modificaciones en la cantidad de hijos se debieron a los procesos de modernización e industrialización que se efectuaron desde mediados del siglo XX que han resultado en una evidente disminución de los hijos/hijas y en políticas públicas de anticoncepción.
Fuller en Ortega, Torres y Salguero (2009) indica que los varones “dejan de ser machos para convertirse en hombres” ingresando así al período de la hombría, obteniendo reconocimiento social y respeto al insertarse en el ámbito laboral. Es decir, para los varones, se asume otra identidad al ser padres, es una transición hacia la conformación de la familia y da la pauta para adquirir nuevas características ante la pareja y los hijos/hijas.
La paternidad desde el discurso
Es indiscutible que, para ahondar en el ámbito de las paternidades, se requiere de un análisis del discurso de los varones sobre su deseo de ser padres. Para dar lugar a la construcción de las paternidades, es necesario considerar qué necesidades tenían los varones cuando eran hijos y posteriormente, ellos desarrollaron ideales de paternidad. Algunas necesidades son el deseo de disfrutar más de ciertas etapas como la infancia o la adolescencia, la disminución de responsabilidades o la queja ocasionada por castigos constantes.
Al tratar sobre los discursos de los varones participantes, cabe destacar a Certeu (1986) quien comenta que se accede a la cultura cuando el hombre ordinario se convierte en el narrador, cuando define en su discurso el lugar y el espacio en que se desarrolla su historia. Lo anterior mantiene su coherencia porque los discursos de los participantes no entraron en categorías previamente establecidas, sino que crearon nuevos esquemas con la finalidad de ofrecer las herramientas para analizar las perspectivas que son el interés de este estudio.
Foucault aportó el concepto de “instrumentos de dominación” que, aplicándolo a este estudio, se puede deducir que son los discursos que entre dejan ver la posición de poder de los varones al utilizar en sus narraciones premisas en las que someten a las personas a un juicio al llevar a cabo determinadas prácticas que “sacuden” el orden socialmente establecido. Un ejemplo es el aborto que funge como interruptor, como detonante del caos.
Ana Belén Jiménez Godoy, partiendo de la antropología, considera que
Las representaciones que surgen del ser padre son el resultado de esa construcción bidireccional entre: el ser padre, el ser madre, el ser pareja y el ser hijo, así como del ser padre y esperar de la madre, el ser madre y esperar del padre y el ser hijo y esperar de los padres. (Jiménez Godoy, 2004)
Lo cual se relaciona con lo que, Ana Paula Sefton, desde la pedagogía, explica en que el significado de ser hombre y el de ser mujer se modifica en relación con las representaciones sociales que se construyen a partir de las comprensiones y subjetivaciones de cada individuo en su vínculo con la sociedad. (Sefton, 2006:38)
Se toma la definición de Geertz al abordar los significados contenidos en los discursos de los varones en torno a los derechos reproductivos y al aborto en León la cual menciona que “son concepciones heredadas, transmitidas desde los ámbitos más inmediatos y con mayor influencia como la esfera social y la religiosa” (Nivón & Rosas, 1991).
Los simbolismos se reflejan en acciones y comportamientos perpetuados y apropiados como parte de sus masculinidades y no en todos los casos, cuestionados. Lo anterior señala que el discurso de los varones, al hablar de lo que para ellos significa ser padre, es un elemento relevante que se presta al análisis del mismo. En éste se evidencia que el varón tiene diversas identidades que se relacionan entre sí —como son la de padre y la de pareja—, las cuales cambian según las situaciones por las que pasan. Por lo tanto, en cada individuo se explora diferente la experiencia de la paternidad.
Por ejemplo, ser padre para un encuestado era “lo máximo” y contenía felicidad y orgullo. Le daba un rol diferente al de ser únicamente varón en la sociedad porque adquiría un status diferente que se caracterizaba por la responsabilidad.
Para mí ser padre, en pocas palabras, es un regalo muy hermoso, que Dios nos brinda a determinadas parejas, ya sean hombres o mujeres (risas), de repente da la casualidad que hay hombres que no pueden tener bebes, no pueden engendrar y todo eso, pero es un regalo muy bonito, que nos da Dios, vida misma que nos da. (“Pepe”, 2019)
En las entrevistas se encontró una narrativa en la que el varón se había apropiado del rol proveedor, pero también ponía límites en una postura de negociación con su hijo.
En el sentido de que tu hijo te diga “papá quiero un iPod o por ejemplo quiero una cosa que para mi edad, quiero gastar algo caro” y por ejemplo si el papá no tiene la capacidad en ese momento para comprar una cosa de esas, no endrogarse y sacar de acá y allá y sacarlo con intereses de un pago u otro, hablar con los hijos y decirles ¿Sabes qué hijo?, ahorita no tenemos esa cantidad de dinero, que te parece si negociamos la cosa, en vez de comprarte el iPod, una cosa moderna y todo eso, buscamos otra cosita que esté de acuerdo a lo que traigo en mis bolsillos, no te completo”, o sea de dialogar con los hijos. (“Pepe”, 2019)
Hay que recordar que en el sistema patriarcal surge la división entre el espacio privado y el espacio público, concerniente a las mujeres y a los hombres respectivamente; sin embargo, también limita las prácticas y decisiones de ambos. Es en este punto en el que la división sexual se transforma en diferencia política, reflejándose en esferas donde se interrelacionan ambos géneros.
Paternidades y masculinidades
Según el interaccionismo simbólico de Goffman, existen reglas a las que responden los varones y una de ella es ejercer no solo una progenitura sino una paternidad.
Existe una postura (la de los grupos conservadores) que está en desacuerdo con excluir a los varones dentro del ámbito de la reproducción y de su participación en tal, la cual se basa en que el derecho de las mujeres a decidir el número y espaciamiento de los hijos, es irrevocable, ya que es en el cuerpo de las mujeres en donde ocurre la reproducción biológica, es decir, el embarazo. Sin embargo, el hecho de que los hombres tengan derechos reproductivos los involucra en el empleo de anticonceptivos para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Entre los cambios más significativos en la vida de los hombres está el hecho de procrear hijos (as), manifestar el deseo de ser padres. Es interesante porque socialmente se ha creído que las mujeres son las que anhelan tener hijos o hijas (que también se ha relacionado con el instinto materno); sin embargo, la decisión tomada con la pareja es un factor relevante de la transición a la paternidad integral.
Las prácticas que llevan a cabo los varones y los significados que estas tienen, regulan la construcción y el ejercicio de la paternidad que a su vez lo está por las relaciones de poder en la pareja. Un ejemplo es la toma de decisiones acerca de si tener hijos/hijas y en qué momento de sus vidas.
“(…) pues sí, nos pusimos de acuerdo, si salía niño, el último, pues ya, ya pues, ahí iba a quedar con cuatro y si no salía niño, nos íbamos a esperar.” (“Sergio”, 2019)
Marcela Lagarde (2004) expresa que ser padre es solo uno de los roles posibles y esperados en la vida de los hombres y tal vez uno de los más importantes para ellos.
Sefton indica que es posible considerar la paternidad como una experiencia que se valida por los propósitos culturales, una construcción producida que crea un contexto social. (Sefton, 2006: 42)
Montesinos rescata el hecho de que la identidad masculina —y, por lo tanto, la paternidad—, se basan en dos modelos de “ser padre”: uno a partir de los rasgos tradicionales y el otro da lugar a una paternidad en donde coexisten el respeto y el afecto (Montesinos, 2002). Y agrega, “se debe tener en cuenta que cambiar de la paternidad tradicional a una moderna significa transformar la estructura cognitiva que define a los varones como personas que, por naturaleza, tienen el poder”. (Montesinos en Torres Velázquez, 2004:56)
En función de la masculinidad, uno de los significados de la paternidad consiste en ser diferente al otro hombre (el padre, abuelo), la otra figura paterna que el varón ha conocido y en la que se basa para formar sus diferencias como padre.
El padre siempre está trabajando, si diera el sustento, pero se la pasara en la calle y el tío nos apoya, esto, aquello, a quien van a considerar más su padre, a su padre porque nos procreó y les da dinero o ¿el que los va guiando? Porque yo viví eso, a lo mejor digo “yo no voy a ser así” yo no voy a verlos mal, si al caso hasta juego a los tazos con ellos, a los carritos, a lo que sea. (“Mickey”, 2013)
La “nueva paternidad” se encuentra también en la publicidad televisiva en que se muestra un padre compartiendo con sus hijos o hijas momentos que se consideraban correspondientes a la madre, como es prepararles el desayuno o la hora de dormir mientras la madre se sitúa frente a una computadora trabajando.
Yo a veces cuando no le dan (comida, a su hija de cuatro años) que me pide que quiere un taquito, voy y le compro su taquito, pero ya ves que no, que te les dan enteros, no yo se lo pico todo, se le doy picadito con la carne y la tortilla picadas, y ya es cuando se lo come. (“Leo”, 2013)
Las masculinidades tradicionales se construyeron desde el androcentrismo manteniendo algunas características como la restricción de expresar emociones y ser el otro, quien no tenía características consideradas femeninas. Las masculinidades alternativas, en contraparte, están en constante transformaciones involucrándose con mayor ahínco en las relaciones familiares y en la reproducción social de los hijos e hijas. Las relaciones de poder presentan una mayor negociación en los roles y prácticas en la cotidianidad. Sin embargo, siguen estando ausentes en el campo de la reproducción como protagonistas y no en el escenario trasero.
Patricia Ortega Silva, Laura Evelia Torres Velázquez, María Alejandra Salguero Velázquez en “Vivencias de la paternidad desde la perspectiva de género” (2009) hacen la diferenciación entre dos tipos de paternidad: constructiva y ausente. Explican que la paternidad constructiva surge cuando la sociedad les exige a los varones involucrarse en la crianza y en el trabajo doméstico rompiendo con la idea de que la responsabilidad sólo es función de las mujeres y la ausente (o negativa) es resultado de que los hombres se sienten ajenos a los hijos/hijas y una posible razón (según Ortega, Torres y Salgado) es que la pareja los excluye del cuidado de estos/estas (de forma voluntaria/involuntaria).
Lo anterior se refuerza a partir del discurso de uno de los entrevistados el cual mencionó que la separación afectiva con su anterior pareja, así como la distancia (ellas viven en la Unión de San Antonio) limitaba el acercamiento a su hija y además establecía una relación aún más lejana al negársele la identificación como su padre (su ex pareja lo presentó como tío a su propia hija).
Existe la paternidad biológica y la paternidad social, ambas como construcciones social e históricamente determinadas. La paternidad biológica se entiende como la concepción de una nueva persona a partir de la unión sexual con una mujer que refiere “ser padre” a un hombre que ha fecundado. (Castilla, 2018, pág. 116)
Un dato interesante consiste en que a algunos varones se les preguntó si ellos consideraban posible ser padre posterior a un aborto y algunos respondieron que sí.
Como lo menciona Figueroa, “la paternidad es el conjunto de relaciones posibles que pueden darse entre un progenitor (padre-madre) y sus hijos”. (Figueroa, 1996)
Por ejemplo, en el estudio de Salguero (2014) donde aborda el caso de algunos jóvenes, destaca que ser padre y a la vez, ser estudiante, pareja e hijo, es complicado porque implica desarrollar identidades en varios contextos y, por lo tanto, un reordenamiento de vida en el cual existen expectativas como ser buenos padres, cumplir con roles de estudiantes y/o en la esfera laboral y el rol de proveedor económico. (Salguero Velázquez & Marco Macarro, 2014)
La paternidad no es un instinto con el que se nace, sino una construcción social; es decir, surge el ideal de “yo quiero ser tal tipo de padre”; del modelo aprendido en su crianza, algunos hombres toman lo que consideran adecuado, y cuestionan lo demás para formar su identidad como padres. Ésta se fortalece cuando se enfrenta al hecho de que su pareja está embarazada. Hay que destacar que, en algunos hombres, la paternidad tiene su origen desde antes de la vida en pareja —en que se dan las pláticas de si desean tener hijos, cuántos y cuándo— lo cual forma parte de los derechos reproductivos tanto de hombres como de mujeres. Las paternidades cobran sentido a partir de las prácticas, lo que da lugar a que cada varón construye un modo específico basado en sus apropiaciones.
Laura Evelia Torres (2004) menciona que la paternidad es un vínculo netamente social, lo que implica que engendrar a un ser no define la relación padre-hijo/hija. Esta autora expone que el vínculo biológico debe ser transformado en paternidad a través del reconocimiento público de la relación. Los varones están dispuestos a reconocer como hijos a aquellos que han sido engendrados en una unión aceptada socialmente.
Sin embargo, uno de los entrevistados, “Mickey” respondió que su construcción de la paternidad comenzaba con un vínculo biológico.
“Yo pienso desde que sabe que está embarazada. Uno si sabe cuándo está embarazada (se ríe). Cuando uno eyacula, se siente. Yo digo que sí se puede percibir cuando está embarazada. Como que sientes algo.” (“Mickey”, 2013)
Montesinos (2002) resalta que la paternidad es fácil de identificar por el cambio cultural (que considero más apropiado mencionar como cambios culturales) y que es coherente con las nuevas formas de masculinidad que han surgido y siguen surgiendo.
La paternidad se ha creído algo natural como también ha sido considerada la maternidad, sin tomar en cuenta que es una construcción derivada de discursos constantes y diversos y de experiencias sociales que modifican tal ideal. Además, se sigue viendo como secundario el papel del hombre en la toma de decisión para procrear un hijo.
Conclusiones
La paternidad consiste en un proceso de transiciones en el que se interceptan identidades, roles, emociones, experiencias y relaciones de poder. Es relevante pensar las paternidades como una construcción que se va conformando en distintas etapas y ámbitos en la vida de cada varón, en que el núcleo familiar es uno de los principales puntos donde se genera la responsabilidad como característica de las paternidades y que fue mencionada con frecuencia en las respuestas de los encuestados además de la referencia del rol proveedor, el “ver por mi familia/por mis hijos”.
La responsabilidad merece la atención de analizarse como una cualidad que se cuestiona en cada generación de padres; es decir, en el abuelo y en el padre del varón que ahora funge en la paternidad y como un rasgo para transmisión a la siguiente generación (sus hijos). La construcción de las paternidades ha sido muy influenciada por la figura de sus padres, fuera ausente o participativa, y retoman elementos de estas para idealizarse como padres cuando tuvieran su propia familia.
Una de las características aprendidas de la masculinidad tradicional consistía en la represión de emociones y se encontró que, en las experiencias de aborto reportadas en las encuestas, los varones se habían mantenido distantes al proceso emocional de la pareja, no involucrados en el proceso sino ofreciendo apoyo posterior al evento.
Las masculinidades alternativas ofrecen la posibilidad de que los varones cuestionen la paternidad que sus padres ejercieron hacia ellos lo cual da lugar a que propongan nuevas formas de relacionarse con sus parejas y con sus hijos e hijas.
Los varones tienen una fuerte influencia de cómo sus padres fueron hacia ellos retomando lo que consideran bueno o malo para replicarlo en sus propias reconstrucciones.
Los resultados de las encuestas mostraron que, para los varones, las relaciones sexuales en la adolescencia están normalizadas, que consideran que el embarazo es una muestra de masculinidad además de verlo como una opción para conformar una familia, de hacer realidad su construcción de las paternidades que, además, contiene una característica de valor para ellos, la responsabilidad.
Lo cierto es que las construcciones de masculinidad y de paternidad de los varones que participaron directa o indirectamente en un aborto, tuvieron modificaciones atrayendo consigo emociones diversas como culpa, alegría, arrepentimiento o reforzando su deseo de ser padre. La mayoría expresó que sí se vivía una paternidad posterior a una interrupción, es decir, que continuaba la construcción cultural y se apartaba de ser un hecho biológico que requería tener presente un bebe.
En el ámbito reproductivo y en lo que concierne a las políticas públicas, los varones han fungido en el diseño de estas, pero no como protagonistas lo que los coloca en un segundo papel, en un escenario invisibilizado. Un ejemplo que acontece recientemente es que hay negativas en aprobar los métodos anticonceptivos para los hombres como pastillas e inyecciones anticonceptivas mientras que, en otros países, se han probado y aceptado.
En este estudio se confirmó que los hombres si se reproducen, pero a través de un modelo que contenga la progenitura y la paternidad en una dinámica de relación intergeneracional. La progenitura se refiere al vínculo genético mientras que la paternidad es una construcción social y cultural. Este también confirmó que los varones fungen como facilitadores y como obstáculos en las decisiones reproductivas de las mujeres; son ellos quienes deciden o presionan en si se realiza o no.
Es de suma relevancia que los varones tengan una mayor participación e intervención activa como protagonistas en las decisiones reproductivas, respetando que la decisión más importante es la de las mujeres ya que la gestación e implicación social ocurre en sus cuerpos. Además, en algunos varones, el ejercicio de sus paternidades había sido influenciado por la relación que tenían con su compañera (la madre del hijo/hija) o su pareja al resultar una mayor cercanía hacia el hijo y, además, en su desempeño laboral.
En conclusión, este estudio revela que las masculinidades alternativas ganan terreno cada vez más en Guanajuato en contraste al modelo tradicional y esto da paso a que las masculinidades se caractericen por un vínculo más estrecho con sus parejas y que en el deseo de experimentar una paternidad distinta a las que sus padres hicieron con ellos, fortalecen los lazos emocionales con sus hijos e hijas.
Los discursos encontrados en esta investigación revelan que, en la actualidad, los varones consideran de suma importancia experimentar las paternidades y castigan con rigor el aborto por significarles la negación a esta experiencia y la mayoría considera que, aun existiendo la interrupción de la gestación, los hombres se convierten en padres de un hijo no vivo, de una persona no presente y la duración de esta construcción permea por el tiempo de vida que tenga el varón.
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[1] Licenciada en Antropología Social por la Universidad de Guanajuato, División de Ciencias Sociales y Humanidades. Se ha especializado en estudios de género y en masculinidades, así como salud sexual y reproductiva. Actualmente es Consejera Juvenil en el Consejo Consultivo de Salud del municipio de León, Guanajuato.
[2] Se utiliza el término “varones” por ser un concepto frecuentemente utilizado por aquellos autores y autoras que han dedicado su estudio a algún ámbito vinculado con el espacio masculino, que van más allá de las características físicas para enfocarse en los roles sociales y culturales que los hombres desempeñan en las categorías de género.